Bartolomé Esteban MURILLO





BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO
(1617 - 1682)
Plaza de Santa Cruz nº 10

Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla en el seno de una familia numerosa compuesta por catorce hermanos, de los que Bartolomé era el último. Su padre, Gaspar Esteban, era barbero, sangrador y cirujano y su madre, María Pérez Murillo, era hermana del pintor Antonio Pérez. Quedó huérfano de padre y madre en 1627, a la edad de nueve años y se hicieron cargo de él una de sus hermanas mayores y su marido, con los que estuvo viviendo hasta que se casó.
Según algunos biógrafos comenzó su formación artística en el taller Juan del Castillo, un pintor barroco afincado en Sevilla y emparentado por casamiento con la madre de Bartolomé.
Comenzó a trabajar como pintor independiente en 1630 y aunque al inicio de su carrera algunas de sus obras están firmadas como Esteban pronto siguió la costumbre generalizada en la época y utilizó el apellido de la madre para la  firma de toda su producción.
En 1645 contrajo matrimonio con Beatriz Cabrera con quien tuvo diez hijos, uno de los cuales se estableció en las Indias, donde desempeño el cargo de Corregidor y otros tres fueron clérigos.
Ese mismo año recibió su primer encargo importante. La Orden Franciscana le encomendó la realización de once obras para ser colocadas en el claustro del convento Casa Grande de San Francisco en Sevilla.
Murillo sólo abandono la ciudad durante unos meses para visitar Madrid donde contactó con Alonso Cano, Zurbarán y Velázquez, incluso declinó el ofrecimiento que le hizo Carlos II para desempeñar el cargo de pintor de la Corte. Toda su vida la pasó en Sevilla, una ciudad con más de setenta conventos y una intensa vida religiosa de la que él mismo era partícipe, por lo que no es de extrañar su especialización en una iconografía cuyas máximas representaciones fueron la Inmaculada Concepción y la Virgen con el Niño, temática no sólo encargada por congregaciones monásticas, hermandades y parroquias si no también por personas devotas que donaban las obras a instituciones eclesiales o las instalaban en sus propios domicilios. Otro grupo de clientes fueron los comerciantes adinerados, sobre todo los flamencos, que contribuyeron notablemente a que su obra fuera conocida en otros países europeos.
Junto con un grupo de artistas afincados en Sevilla, entre los que destacan Herrera el Mozo y Valdés Leal,  fundó en 1660 una Escuela para la enseñanza de las Bellas Artes. En siglos posteriores alcanzó el rango de Academia y constituyó el germen de la actual Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Tuvo como sede la Casa Lonja (actual Archivo de Indias) donde existe una lápida en homenaje a su fundador en el lugar que ocupó Escuela.
Un importante valedor de Murillo fue Justino de Neve, Canónigo de la Catedral, impulsor de las obras de reforma en la iglesia de Santa María la Blanca y fundador del Hospital de los Venerables. Fue un importante coleccionista de arte y a su muerte el Hospital adquirió el almoneda en 1686 una Inmaculada de Murillo que fue expoliada por el Mariscal Soult durante la ocupación napoleónica y llevada a Francia. Se la conoce como la Inmaculada de Soult y en 1941 fue recuperada e instalada en el Museo del Prado.
Para Santa María la Blanca pintó varias obras de las que sólo se conserva en la iglesia La última cena, ya que las demás también fueron expoliadas por Soult y, una vez recuperadas, expuestas en el Prado.
Otro lugar con una amplia producción de Murillo fue la iglesia del convento de los Capuchinos de Sevilla para la que pintó veintidós obras, que tras sufrir numerosas vicisitudes la mayoría de ellas se exponen actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. En la iglesia del convento sólo se encuentran tres cuadros que son copias de los originales existentes en el museo.
El monasterio de San Agustín de Sevilla, situado extramuros cerca de la puerta de Carmona, era uno de los más importantes monumentos de la ciudad y sede de una hermandad de penitencia con un crucificado que procesionaba el Viernes Santo y gozaba de una devoción comparable a la que hoy en día tiene el Gran Poder. Para su Iglesia, ya desaparecida, pintó Murillo numerosas obras que actualmente se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, varios museos extranjeros y colecciones particulares.
También para el Hospital de la Caridad  realizó algunas obras entre las que cabe mencionar los seis cuadros sobre la misericordia, cuatro de los cuales fueron objeto de la insaciable rapiña de Soult y se encuentran actualmente en diferentes museos extranjeros.
Mientras trabajaba en un retablo para la iglesia del convento de los capuchinos de Cádiz  sufrió una caída del andamio de la que no se recuperó y le produjo la muerte en abril de 1682. Fue enterrado en la que fuera antigua parroquia de Santa Cruz —auxiliar de la del Sagrario— que fue derribada en 1814 como elemento principal de un plan urbanístico del que surgió la actual plaza que lleva su nombre.

 

 

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