Maria GUERRERO


 


MARÍA GUERRERO
(1867 – 1928)
Calle Pimienta nº 14
María Ana de Jesús Guerrero Torija fue una de las actrices más destacadas del teatro español de finales del siglo XIX y comienzos del XX, así como una de las primeras empresarias teatrales de alcance internacional.
Nació en Madrid, en el seno de una familia acomodada y vinculada al mundo artístico. Su padre, Ramón Guerrero, tapicero y decorador, trabajaba para teatros madrileños y mantenía relación con importantes figuras culturales como el actor Emilio Mario o el pintor Emilio Sala, quien retrató a María cuando tenía diez años.
Estudió en el Colegio de San Luis de los Franceses, donde se formó en francés, música y canto. Su deseo de dedicarse a la escena fue apoyado por sus padres, quienes consideraron que aprendería más con la actriz retirada Teodora Lamadrid que en el Conservatorio. Esta le enseñó a recitar verso y a actuar, iniciándola en el arte dramático.
Gracias a la amistad de su padre con Emilio Mario, María ingresó en su compañía del Teatro de la Comedia, debutando en 1885 con la obra Sin familia, de Miguel Echegaray. Tras destacar como dama joven, su consagración llegó en 1891 con el papel de Doña Inés en Don Juan Tenorio. En 1890 se unió como primera actriz al Teatro Español, donde actuó junto a Donato Jiménez y Ricardo Calvo. Paralelamente, amplió su formación en París con el célebre actor Benoît-Constant Coquelin.
De regreso a Madrid en 1892, volvió a la Comedia, triunfando con obras de Galdós como Realidad, La loca de la casa y La de San Quintín, así como con textos compuestos para ella por Echegaray como Sic vos non vobis y Mariana. A partir de entonces, autores como Galdós, Guimerá, Clarín y Echegaray vieron en ella la intérprete ideal para impulsar la renovación del teatro español.
En 1894 se convirtió en empresaria al obtener la concesión por diez años del Teatro Español. Junto a su padre, renovó el edificio y organizó una nueva compañía con figuras como Fernando Díaz de Mendoza, con quien se casó el 10 de enero de 1896. De este matrimonio nacieron dos hijos, Luis Fernando (1897) y Carlos Fernando (1898), ambos futuros actores.
Desde el inicio de su gestión en el Teatro Español, impulsó una doble línea de programación: clásicos del Siglo de Oro (representados los "lunes clásicos") y estrenos de dramaturgos contemporáneos (en los "viernes de moda"). Su visión escénica se caracterizó por puestas en escena cuidadas y un compromiso con la excelencia artística.
A partir de 1897, la compañía Guerrero-Díaz de Mendoza realizó numerosas giras por Hispanoamérica, estrenando obras tanto clásicas como modernas. Debutaron en Buenos Aires y obtuvieron un gran prestigio internacional, llevando también su arte a México, Cuba, Uruguay, Perú, Estados Unidos, Francia, Italia y Bélgica.
Las prolongadas estancias en América les hicieron perder la concesión del Teatro Español en 1900, lo que los llevó a adquirir el Teatro de la Princesa en 1908. En 1918 fijaron allí su residencia, desde donde financiaron el monumental Teatro Cervantes de Buenos Aires, inaugurado el 5 de noviembre de 1921, pero cuya construcción los llevó a la ruina económica.
A lo largo de su carrera, María Guerrero estrenó más de doscientas obras, muchas de ellas de autores ilustres como Jacinto Benavente, los hermanos Álvarez Quintero, Valle-Inclán, Marquina, Muñoz Seca, Martínez Sierra o los hermanos Machado. También compartió escenario con intérpretes de renombre, como Sarah Bernhardt.
Cultivó un estilo escénico sobrio y elegante, tanto en el verso como en la prosa. Su última actuación fue en enero de 1928, poco antes de fallecer a causa de un fallo renal.
Fue enterrada en el cementerio de la Almudena, Madrid, en un multitudinario funeral al que asistieron importantes figuras del teatro. María Guerrero dejó un legado imborrable como actriz y empresaria, símbolo de una época de esplendor del teatro español y referente cultural dentro y fuera del país.
Aunque nació en Madrid, la relación de María Guerrero con la ciudad de Sevilla fue significativa, tanto desde el punto de vista artístico como emocional.
Sevilla, con su rica tradición cultural y su afición al teatro, siempre respondió con entusiasmo a sus representaciones. En particular, sus actuaciones en el Teatro San Fernando, el principal espacio teatral de la ciudad en aquel momento, la consolidó como una de las intérpretes favoritas del público sevillano.
En Sevilla, María Guerrero representó algunas de las obras más importantes de su carrera y la ciudad tuvo un encanto especial para ella, y en más de una ocasión expresó su admiración por la belleza de sus calles y el carácter acogedor de sus habitantes.
El Ayuntamiento de Sevilla la nombró Hija adoptiva y predilecta y tomó el acuerdo de colocar esta lápida conmemorativa en el popular Barrio de Santa Cruz, lugar donde residió durante sus estancias en la ciudad. Asimismo, en 1968 se rotuló una calle con su nombre en el barrio conocido como Cerro del Águila.
 
Referencias bibliográficas:
—150 ANIVERSARIO MARÍA GUERRERO. Cuadernos Pedagógicos. Centro Dramático Nacional. Temporada 2016 / 2017. Nº 100