Rafael MONTESINOS

RAFAEL MONTESINOS

Calle Santa Clara nº 49

(1920-2005)

Poeta de fina sensibilidad, muy implicado en lo espiritual, en lo existencial y en lo trascendente, Rafael Montesinos estuvo profundamente marcado por sus vivencias infantiles y juveniles que evoca constantemente a través de buena parte de su obra.

Nacido en el barrio de San Lorenzo y bautizado en la misma pila que lo fuera su tan admirado Bécquer vivió con sus padres en varios barrios de la ciudad hasta que se trasladaron a Madrid cuando él contaba 20 años.

Allí se relaciona con los círculos literarios afines a la poesía y comienza a publicar sus obras. Resurrección (1942) fue la primera de una larga lista de títulos que culminaría con La vanidad de la ceniza (2005) editada como obra póstuma.

Paralelamente a su producción literaria desarrolló una importante labor de investigación en la que destaca su ensayo Bécquer. Biografía e imagen donde trata con riguror tanto su biografía como su obra.

Merece destacar su importante labor en la Tertulia Literaria Hispanoamericana de la que fue director desde 1954 hasta 2005, institución que sirvió y sirve de lugar de encuentro y plataforma para la presentación a numerosos poetas jóvenes.

Entre los galardones recibidos figuran el Premio Ciudad de Sevilla, el Nacional de Literatura, el Fastenrath de la Real Academia Española, la encomienda de Isabel la Católica y el de Hijo Predilecto de Andalucía. En 1995 el Ayuntamiento de Sevilla rotuló con su nombre unos jardines situados en el paseo de Colón, junto al puente de Triana, muy cerca de la casa en la calle Reyes Católicos  donde vivió cuando niño.

Falleció en Madrid en marzo del 2005. Sus cenizas fueron trasladadas a Sevilla y depositadas en el cementerio de San Fernando tras un homenaje oficial ofrecido por la Corporación Municipal.

Enlaces de referencia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Montesinos
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=montesinos-rafael
http://dbe.rah.es/biografias/13098/rafael-montesinos-y-martinez
https://www.elmundo.es/elmundo/2005/05/08/cultura/1115508888.html