REAL FÁBRICA DE TABACOS
(1757)
Calle San Fernando nº 4
(1757)
Calle San Fernando nº 4
Sevilla tenía el monopolio
del comercio con las Indias otorgado por los Reyes Católicos en 1503. A su
puerto fluvial llegaban todas las mercancías procedentes del Nuevo Mundo, desde
los metales preciosos hasta la más modesta semilla de cualquier planta, y el
tabaco se convirtió en uno de los valiosos activos que propulsaron la economía
de la ciudad.
De la importancia que
adquirió en tan poco tiempo es un ejemplo el extenso capítulo que el médico y
botánico sevillano Nicolás Monardes le
dedica en su libro sobre "...las
cosas que se traen de nuestra Indias Occidentales" publicado en 1574,
en el cual detalla con precisión una enorme cantidad de aplicaciones
medicinales y explica el uso que de la planta hacían los indígenas, entre ellas
la combustión de sus hojas y la inhalación de su humo por boca y nariz.
La rápida propagación de
este producto propició que en el primer cuarto del siglo XVII se creara en
Sevilla la primera fábrica de tabaco de Europa. Estuvo situada en las
proximidades de la Iglesia de San Pedro, en la zona de los números impares de
la actual plaza. Tras varias ampliaciones estuvo funcionando hasta 1760 y el
edificio se utilizó luego para el alojamiento de tropas
A principios del siglo
XVIII se puso de manifiesto la necesidad de modernizar los procesos de
producción para atender a la demanda y se decidió la construcción de una nueva
fábrica. A instancias del marqués de Verboom, Capitán General y fundador de la
Real Escuela de Ingenieros el proyecto le fue encargado en 1725 al ingeniero
catalán Ignacio Sala y Garrigó, coronel de infantería que había llevado a cabo
importantes obras en el arsenal de La Carraca y el canal del Guadalete.
La fábrica se ubicaría
extramuros de la ciudad, en terrenos de propiedad municipal y del Colegio San
Telmo de la Universidad de Mareantes,
ocupando una superficie de 2,7 hectáreas.
Las obras dieron comienzo
en 1728 bajo la dirección del ingeniero Ignacio Sala que fue relevado de su
cargo en 1731 por los manifiestos desacuerdos con el marqués de Verboom. Se
suspendieron las obras cuando sólo se había realizado la cimentación, parte del
foso y el soterramiento del arroyo Tagarete.
Ese mismo año presentó un
nuevo proyecto el ingeniero de origen flamenco Diego Bordick Deverez, también
coronel de infantería y hombre de confianza de Verboom a cuyas órdenes había
servido. Las obras comenzaron en 1733 y se interrumpieron en 1735, quedando paralizadas hasta 1750 año
en que se reanudaron con un nuevo y definitivo proyecto a cargo del teniente
ingeniero Sebastián van der Borcht y aunque Bordick siguió figurando como
director de las obras hasta su fallecimiento en 1756, en realidad desde 1750
fue Van der Borcht el encargado de la ejecución de las mismas hasta su cese en
1766.
La fábrica se inauguró
oficialmente en 1757, según consta en la cartela colocada sobre el balcón de la
portada. Fue el edificio industrial más grande del siglo XVIII en España.
Además de las naves de trabajo, contaba
con almacenes, cuadras, cocheras y oficinas. En su construcción se combinan
estilos arquitectónicos diferentes que conjugan la funcionalidad industrial con
elementos netamente militares, como fosos, puente levadizo, garitas o cárcel
con otros meramente ornamentales como la gran portada principal en la actual
calle San Fernando obra de van der Borcht y construida entre los años 1751 y
1754.
Los tres proyectos y la
dirección de las obras fueron llevados a cabo por ingenieros militares
españoles, dos de origen flamenco y uno catalán, si bien todos ellos tuvieron
en sus equipos arquitectos y maestros de obra locales encargados del desarrollo
y supervisión del trabajo cotidiano de las obras.
La parte ornamental del
edificio estuvo a cargo del arquitecto de retablos y escultor lisboeta Cayetano
da Costa, autor tanto de la estatua de la Fama que corona la entrada principal
como de las azucenas y dos fuentes, una en el patio central y otra en el del
reloj que actualmente está instalada en los jardines.
Delante de la fachada
principal y paralelamente a la construcción de la portada se levantaron dos
pequeños edificios: la cárcel en el extremo oeste, junto a la que se ubicó el
cuerpo de guardia, y la capilla en el extremo este que se inauguró en 1763.
Actualmente es sede de la Hermandad de los Estudiantes y el retablo mayor lo
ocupa el Cristo de la Buena Muerte, obra de Juan de Mesa.
En las esquinas del foso,
que no fue terminado hasta 1770, fueron construidas varias garitas para
facilitar la vigilancia y custodia del recinto, misión que estuvo a cargo del
Regimiento de Dragones desde la entrada en funcionamiento de la fábrica hasta
el último tercio del siglo XIX.
No fue sólo el regimiento
encargado de su custodia la única fuerza militar presente en la fábrica,
durante las guerras carlistas se fortificó la zona este del edificio (Prado de
San Sebastián) en previsión de ataques a la ciudad, y desde entonces hasta 1950
en que pasó a depender de la Universidad fue utilizada por varios regimientos
como cuartel de tropa.
La gran reja que cierra el
perímetro del recinto frente a la puerta principal fue construida en 1861 y las
tres puertas restantes de las fachadas este, sur y oeste fueron abiertas por la
Universidad y los escultores Carmen Jiménez y Antonio Cano se encargaron de su
ornamentación en 1956.
En cuanto al personal que
trabajó en la fábrica hay que hacer notar que si bien en sus comienzos eran únicamente hombres los
empleados, paulatinamente se fueron incorporando mujeres para realizar las
tareas de picado y liado, ya que se les consideraba más productivas y, sobre
todo, cobraban salarios más bajos. Fueron las famosas cigarreras sevillanas, fuente de inspiración de pintores,
fotógrafos y músicos cuya obra más representativa es la ópera Carmen.
A finales del siglo XIX se
cedió la fábrica en arrendamiento a una entidad mercantil compuesta por el Banco
de España y accionistas privados. Instalaron maquinaria para el picado,
utilizarían la electricidad y llevarían la mecanización hasta el empaquetado.
En el primer cuarto del siglo XX se redujo considerablemente no sólo el
personal empleado, sino la producción.
En 1945 se creó Tabacalera
S.A. que sería la empresa estatal encargada de gestionar la producción de
tabaco en España. Construyó una fábrica de nueva planta en el barrio sevillano
de Los Remedios a donde fueron trasladados todos los medios de producción. En
1950 la Universidad de Sevilla se hizo cargo del edificio y de su
acondicionamiento para la docencia, al
que se trasladó entre los años 1954 y 1956.
Enlaces relacionados:
Referencias bibliográficas:
– Universidad de Sevilla
(Antigua Fábrica de Tabacos) Teodoro Falcón Márquez. Colegio Oficial de
Aparajadores y Arquitectos Técnicos de Sevilla. Boletín nº 9. 1982.
– Historia de la Real
Fábrica de Tabacos de Sevilla. José Manuel Rodríguez Gordillo. Fundación
Focus-Abengoa. 2005.
– La Real Fábrica de
Tabacos de Sevilla en el siglo XVIII según algunos viajeros franceses. Irene
Aguilà Solana. Universidad de Sevilla. 2006.
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